martes, 5 de febrero de 2013

Las cirugías de Burgos
Mire con cuidado y verá que el alcalde de San Juan de Lurigancho, Carlos Burgos, se ha estilizado la nariz y que tal vez se ha estirado algunas arrugas de la cara
Dicen las malas lenguas que quiso mejorarse el rostro para no parecer tan tío al lado de una señorita mucho menor que ella, que estuvo muy acomplejado con su cara hasta que por fin se decidió por las cirugías. Bueno, pero eso no importa. Con su plata y con su vida, él puede hacer lo que quiere. Puede incluso comprarse todas las casas que desee, puede cambiar de auto cada año. Pero lo que no puede es hacer uso indebido de los bienes que el pueblo le ha encargado administrar. Si las sospechas fueran verdad, digamos, Burgos, el apasionado seguidor de los revocadores, estaría ya del otro lado de la reja. Dicen que manda a amenazar con quitarles la ayuda a las madres del Vaso de leche que se rehúsen a realizar campaña contra la alcaldesa Susana Villarán; que obliga a los serenos del distrito a destruir toda la publicidad a favor del NO a la revocatoria; que, con dinero de municipio, mandó hacer un montón de propaganda a favor de los revocadores que ahora se lucen en los techos de los vecinos; que ha viajado bien acompañado a varias partes del mundo con el dinero de todos los vecinos y sin el permiso de los regidores; que ordena a los señores de la oficina de Logística del municipio para que los contratos se hagan exclusivamente con las empresas que él designe; que obliga a los trabajadores de la Municipalidad a hacer campaña contra Villarán hasta altas horas de la noche en lugares remotos bajo la amenaza de despedirlos; que es un hombre muy oscuro que de honestidad no sabe nada y que es capaz de cualquier cosa con tal de quedarse con el poder; que no tiene bandera política y que se cambia de camiseta si ve billetes en el horizonte; que es peor incluso que el tristemente célebre exalcalde Ricardo Chiroque. 
El Escorpión
elescorpion@diariolaprimeraperu.com

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